La ciencia no miente

La ciencia no miente

Desde que empezamos a vislumbrar la posibilidad de que las distintas vacunas contra la Covid-19 fueran una realidad, hemos sido testigos, también, de un ingente volumen de desinformación entorno a los supuestos efectos secundarios que la administración de éstas podría provocar. Entre ellos, infertilidad en las mujeres y hombres. Pero vayamos por partes.

Una sociedad hiperconectada

Como es sabido, hoy día las personas estamos permanentemente conectadas a la información a través de múltiples canales, algunos especialmente intrusivos e inmediatos, como whatsapp. La pandemia ha puesto de manifiesto hasta qué punto pueden viralizarse los bulos y otras (des)informaciones que, sin ser un bulo al 100% (una mentira), contribuyen a la desinformación al ser noticias descontextualizadas, manipuladas o sesgadas de forma intencionada.

En este sentido, debemos añadir un factor que ha abonado el terreno a esta situación: la incertidumbre, lógica, que ha acompañado la evolución en el conocimiento de un virus nuevo al que la ciencia ha tenido que mirar de frente para investigarlo, analizarlo, estudiarlo y combatirlo desde múltiples frentes.

Fertilidad y vacunas

El primer caso de bulo, es decir, en el que el receptor de una información está ante una mentira con apariencia de verdad, ha sido el efecto negativo de las vacunas sobre la fertilidad de mujeres (sobre todo) y hombres. En este sentido, han sido incontables las voces autorizadas que desde la comunidad médica -principalmente especialistas en reproducción asistida, ginecología y obstetricia; y, por supuesto, virólogos- han desautorizado, radicalmente, este tipo de informaciones especulativas a través de canales de toda solvencia: comunicados de asociaciones médicas, entrevistas y artículos en publicaciones médicas y científicas de prestigio. Todos ellos han desmentido que las vacunas contra la Covid-19 provoquen problemas en la fertilidad de las personas.

Y es que esto de las fuentes es otras cuestión importante a la hora de filtrar todo ese ingente volumen de información al que estamos sometidos en nuestro día a día. El individuo debe asimilar, de una vez por todas, que todo lo que le llega a su whatsapp, o perfil social, o email no es válido, es decir, veraz. Hay que tomarse la molestia no ya de verificar la información contrastándola, basta con mirar la fuente que te está ofreciendo esa información para aplicar una mirada crítica más o menos severa. Un meme con un recorte de un titular de un medio que no hemos visto en nuestra vida, no es lo mismo que un link a un periódico que conocemos sobradamente. Este sería uno de cientos de ejemplos que se me ocurren. También hay que distinguir entre información y opinión: no es lo mismo una noticia que da cobertura a un comunicado de la Asociación Española de Vacunología, o un artículo de Margarita del Val -una de nuestras más respetadas virólogas, entrevistada innumerables veces en prensa, radio y televisión- que la opinión de un supuesto virólogo de un país remoto al que no hemos visto en nuestra vida.

Mujeres embarazadas

Por último, mencionar lo que no son bulos pero son informaciones de carácter especulativo que aprovechan cierto grado de incertidumbre fruto de un proceso presente de investigación y análisis. Me estoy refiriendo a los las dudas sembradas sobre la seguridad de las vacunas en mujeres embarazadas. En este sentido, volvemos a incidir en la importancia de las fuentes. En la página de la Agencia Española del Medicamento (una fuente absolutamente fiable) se responde a esta cuestión:

“¿Pueden vacunarse con Comirnaty [vacuna antiCovid de BioNTech] las mujeres embarazadas o durante la lactancia materna?

Los estudios en laboratorio en modelos animales no han mostrado ningún efecto dañino en el embarazo, sin embargo la información sobre el empleo de Comirnaty en el embarazo es todavía muy limitada. A pesar de que no se dispone de estudios en la lactancia, no se espera ningún riesgo.

La decisión del empleo de la vacuna en mujeres embarazadas o durante la lactancia materna debería hacerse con la valoración de un profesional sanitario para evaluar individualmente los beneficios y riesgos según cada caso”.

Es decir, como tantas otras veces sucede en medicina, no sirve el “café para todos” y, en este caso, a falta de que terminen todos los estudios que hay en marcha sobre el colectivo de mujeres embarazadas, habrá que analizar individualmente cada caso.

En definitiva, hagamos un ejercicio de responsabilidad como usuarios de las nuevas tecnologías para, desde un razonable espíritu crítico, no caer en la desinformación o, lo que es peor, ser víctimas de la mentira que se alimentan de nuestro propio miedo. Si alguna vez se ha demostrado que la ciencia, cuando se la dota de inmensos recursos económicos y humanos, es capaz de avanzar a pasos de gigante en la búsqueda de soluciones, es ahora. Bien es verdad -y muy lamentable- que ha tenido que venir una pandemia para demostrarlo.